jueves, 6 de mayo de 2010

DEFENSA DE LA TIERRA

Incomparable magia la del viento
que viaja sin descanso por la tierra
sin gastar un centavo en el intento
de unir el mar con la lejana sierra.

Incomparable brillo el de las aguas
que pueden ser océano o un río;
lluvia con acuarela de paraguas
o suave como gota de rocío.

Incomparable amor es el que tiene
el árbol, de la raíz hasta la hoja;
purificando el aire nos mantiene
y en la flor nos deslumbra y nos congoja.

Incomparable blanco el de la nieve
que inmaculada viste cordilleras,
y en su escabroso y pálido relieve
se posa desafiante en la ladera.

Incomparable azul que viste el cielo,
ruta libre del ave altiva y bella,
que le abre paso al sol sobre este suelo
o puede ser también caja de estrellas.

Incomparable luz del sol que alumbra
y que nos da calor en su salida;
enemigo del frío y la penumbra
y amigo inseparable de la vida.

Y el cielo con el sol miran la nieve
y constantes, tenaces, forman ríos
que han de volcarse al mar, y así se puede
formar la nube de algodón y frío.

Incomparable beso el de la arena
que acariciando el agua trae al viento,
y éste arrastra las nubes de agua buena
que caerá sobre el pino corpulento.

Incomparable fruto el de la tierra
que brilla como el oro en esa espiga,
brindando el alimento que destierra
de nuestro cuerpo el hambre y la fatiga.

Incomparable ser, el animal,
que corre, nada, vuela o se desliza,
mostrando con fiereza sin igual
que es dueño de la tierra en la que pisa.

Incomparable DIOS, el artesano,
que una noche soñó tanta belleza,
y acomodó las cosas con sus manos
gestando la vital NATURALEZA.

Inentendible actuar del ser humano,
que destruye la tierra noche y día,
criminal con su mente y con sus manos,
en lugar de vivir en armonía.

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