I
Hoy he visto un niñito mendigando,
estiraba su brazo cual la rama,
cuatro trapos de aire eran su cama
y la miseria allí, revoloteando.
Tan sólo me miró, ¡su mano hablaba!
y al asomarme a su palma roída
pude ver la tristeza estremecida
del mundo ruin que su aguijón nos clava.
Y dije, -¿qué hago yo con la moneda?
¿Podré lavar la pena que te aqueja?
¿o la habrás de entregar a quien te deja?-
¡Me volví y le di un plato de comida!
¡Más que engordar a un padre que no cuida,
prefiero alimentar tu infancia vieja!
II
Y mientras me alejaba, cabizbajo,
la humanidad dejaba en mis sentidos
el peso de sus culpas, de su olvido
por quien debe crecer tomando atajos.
¿Dónde está su derecho a la comida,
a su impar condición de ser "humano";
derecho al "ser igual", alegre y sano;
al trabajo, al estudio...a la vida?
Miré a mi alrededor: "soy del enjambre
que cree solucionar su viejo hambre
con la ración que aplaca la conciencia".
Pero al saberme inútil e impotente
quise cargar sus faltas en mi frente
y pedirle perdón por su indigencia.
jueves, 6 de mayo de 2010
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